July 18, 2022
I recently came upon an article in CIO that described how companies are missing critical opportunities to increase revenue or expand impact because “in dynamic and increasingly complex business environments that are in perpetual motion, decisions are often ineffective because companies lack data and analytics systems that can reflect the ‘business moment.’ We define business moment as a transient opportunity for people, data, and businesses to work together in unique, situationally adaptive ways in order to create increased value and opportunity.” The article went on to stress that optimizing the potential of a “business moment” calls for an emphasis on “Active Intelligence,” or a frictionless state of continuous intelligence where technology and processes trigger immediate actions from real-time, analytics-ready data.”
Over the past several decades, we in the nonprofit world have been driving our organizations to operate more efficiently and become “data-driven” using business intelligence to improve overall performance. This has not been an easy lift and has required significant investment in technology and staff training. It has also required a tremendous focus on building a culture where understanding what the data is telling us is seen as vital to effective performance.
That said, for the most part the data was rear view in nature, and, depending upon the data systems and our speed at transferring data into analyzed information, it could be one to three months old. We could use the information to understand past performance, identify areas where course correction was needed, and we could attempt to predict future trends.
The concept of Active Intelligence is obviously the next step in the evolution of our organization and will once again require investment in technology that will provide—at a moment’s notice—real time actionable data, and investment in staff training so that teams from across the organization are prepared to use data to act—immediately.
Traditional business intelligence was designed to inform staff and, by extension, inform action. It was not designed to compel action, and certainly not to trigger it. Speed matters. In McKinsey’s paper entitled Organizing For The Future: Nine Keys To Becoming A Future-Ready Company, one of the keys to being successful is prioritizing speed. According to this article, in future-ready organizations speed is both a preoccupation and a cultural bias. These companies have an internal language with such phrases as “increasing the clock speed,” or “a bias for action.” They employ operating models that are fast, nimble, and frictionless, creating ways of working that foster agility and simplicity. They see data as a means to enable a network of empowered, dynamic teams to act.
The chart below from Qlik does a good job of depicting the transition we are undertaking.
Active Intelligence
Traditional BI
Active Intelligence closes the gap between what’s happening in the business right now and the information and insights available. This creates a tremendous opportunity to boost innovation and sharpen an organization’s competitive advantage. A recent International Data Corporation (IDC) survey of 1,200 global organizations revealed clear advantages to establishing Active Intelligence. A majority of businesses with strong data-to-analytics pipelines reported seeing increases in efficiency, revenue and profit. In this same survey, areas where Active Intelligence appears to have immediate business impact were identified as improving the customer experience, increasing efficiency in supply chain management, improving fraud detection and mitigation, and enhancing our emergency planning and logistics.
Becoming an Intelligent Enterprise is the future. Leveraging analyzed data with a bias toward action, in order to move with confidence and efficiency and take advantage of every business moment, is where smart, relevant enterprises are going. This is the next step in building a sustainable organization.
As always, I welcome your thoughts.
Recientemente me encontré con un artículo en “CIO” que describía cómo las empresas estaban perdiendo oportunidades críticas para aumentar los ingresos o expandir el impacto porque; “en entornos empresariales dinámicos y cada vez más complejos que están en movimiento perpetuo, las decisiones a menudo son ineficaces, porque las empresas carecen de datos y sistemas de análisis que puedan reflejar el ‘momento comercial’. Definimos el momento de negocio como una oportunidad transitoria para que las personas, los datos y las empresas trabajen juntas de manera única y en formas situacionalmente adaptivas, con el fin de crear mayor valor y oportunidad. El artículo continuó enfatizando que la optimización del potencial de un “momento de negocio” requiere un énfasis en la “Inteligencia Activa”, o una situación sin fricciones de inteligencia continua donde la tecnología y los procesos desencadenen acciones inmediatas a partir de datos instantáneos y listos para el análisis.”
Durante las últimas décadas, en el mundo de las organizaciones sin fines de lucro hemos estado impulsando a nuestras empresas a operar de manera más eficiente y convertirse en “basadas en los datos” utilizando inteligencia empresarial para mejorar el rendimiento general. Este no ha sido un impulso fácil y ha requerido una inversión significativa en tecnología y capacitación del personal. También ha requerido un tremendo enfoque en la construcción de una cultura donde la comprensión de lo que los datos nos están diciendo se considere vital para un rendimiento efectivo.
Dicho esto, en su mayor parte los datos vistos en el pasado eran de esa índole y, dependiendo de nuestros sistemas de datos y de nuestra velocidad para transferirlos a la información analizada, podrían tener de uno a tres meses de antigüedad. Podríamos usar la información para comprender el desempeño último, identificar áreas donde se necesitara corrección de curso y podríamos intentar predecir tendencias futuras.
El concepto de Inteligencia Activa es obviamente el siguiente paso en la evolución de nuestra organización y una vez más requerirá inversión en tecnología que proporcione, en cualquier momento, datos procesables instantáneos e inversión en capacitación del personal para que, los equipos de toda la organización estén preparados para usar los datos actuando de inmediato.
La inteligencia de negocios tradicional fue diseñada para informar al personal y, por extensión, poner Al corriente la acción. No fue diseñado para imponer la acción, y ciertamente ni para desencadenarla. La velocidad importa. En el artículo de McKinsey titulado “Organizing For The Future: Nine Keys To Becoming A Future-Ready Company”, una de las claves para tener éxito es la educación. Según este artículo, en las organizaciones del porvenir, la velocidad es tanto una preocupación como una tendencia cultural. Las empresas tienen un lenguaje propio con frases como “aumentar la velocidad del reloj” o “una tendencia para la acción”. Emplean modelos que son rápidos, ágiles y sin fricciones, creando formas de trabajo que fomenten la agilidad y la simplicidad. Ven los datos como un medio para permitir que una red de equipos empoderados y dinámicos actúe.
La siguiente gráfica de “Qlik” hace un buen trabajo al representar la transición que estamos llevando a cabo.
Inteligencia activa
“BI” tradicional
La inteligencia activa cierra la brecha entre lo que está sucediendo en el negocio en este momento y la información y los conocimientos disponibles. Esto crea una tremenda oportunidad para impulsar la innovación y agudizar la ventaja competitiva de una organización. Una encuesta reciente de International Data Corporation (IDC), a 1.200 organizaciones globales reveló claras ventajas para establecer la Inteligencia Activa. La mayoría de las empresas con sólidas fuentes de datos a análisis, informaron haber visto aumentos en la eficiencia, los ingresos y las ganancias. En esta misma encuesta, se identificaron áreas en las que la Inteligencia Activa parece tener un impacto comercial inmediato como la mejora de la experiencia del cliente, el aumento de la eficiencia en la gestión de la cadena de suministro, la mejora de la detección y mitigación del fraude y la mejora de nuestra planificación de emergencias y de logística.
Convertirse en una empresa inteligente es el futuro. Aprovechar los datos analizados con una tendencia hacia la acción, para moverse con confianza y eficiencia y aprovechar cada momento del negocio; es hacia donde van las empresas inteligentes y relevantes. Este es el siguiente paso en la construcción de una organización sostenible.
Como siempre, agradezco sus opiniones.